jueves, 26 de diciembre de 2013

Dioses mediterráneos del vino, o el por qué del vino divino...


dioses del vinoEl mar Mediterráneo, ese mare nostrum al decir de los romanos, fue la cuna del vino. Todas las culturas que habitaron en sus confines  divinizaron esta bebida.
Las culturas politeistas le asignaron una divinidad propia: la sumeria  Gestin, el Griego Dionisos, el romano Baco, el egipcio Osiris en sus culturas representaban al vino; era sus dioses y como tales, para celebrarlos los pueblos entiguos les ofrendaban esta bebida, nacida en la cuenca mediterránea.
Las creencias africanas, según José González Acuña, afinaban aun más y trataban de complacer a sus dioses con su vino preferido: el vino dulce y espumoso, para Ochum; el tinto se ofrecía a  Changó; el blanco seco se reservaba para  Babalú; a Olla se reservaba el dulce y semidulce, mientras que Yemallá recibía el vino dulce.
Las religiones monoteistas -judaismo, islamismo y cristianismo- también le asignaron un especial estamento y coinciden en una afirmación sobre él la moderación en su consumo.
Para el judaismo el vino es admitido en sus rituales cuando es puro  -kosher-. Debe ser controlado desde la cepa por una persona cualificada de religión judía.
El Islam considera que el vino y el juego de azar son dos cosas que debe evitar el creyente, bajo pena de las mayores calamidades, pero Mahoma, el profeta, reservaba a sus elegidos el vino, prohibido en la tierra,  con generosidad en el cielo  servido en copas de plata.
El cristianismo identificó el vino con la sangre de Cristo.

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